Los docentes son uno de los
factores más importantes del proceso educativo. Por ello, su calidad profesional,
desempeño laboral, compromiso con los resultados, etc., deben ser algunas de
las preocupaciones centrales del debate educativo en Panamá, el cual debe estar
orientado a la exploración de algunas claves para lograr que la educación
responda a las demandas de la sociedad actual en armonía con las expectativas
de las comunidades, las familias y los estudiantes.
No es posible continuar
hablando sobre transformación del sistema educativo nacional sin atender el
desarrollo profesional de los maestros y profesores. El ejercicio de la
docencia depende de múltiples factores; pero debemos procurar alcanzar el
consenso nacional acerca de que la formación inicial y permanente de docentes
es un componente de calidad de primer orden del sistema educativo. Nuestros
centros de formación docente, tanto oficiales como particulares (entiéndase
universidades oficiales y particulares y la Escuela Normal Juan Demóstenes
Arosemena), continúan reproduciendo la cultura escolar tradicional, mientras
los aspirantes para educadores llegan con trayectorias escolares igualmente
tradicionales. La actual formación inicial en nuestro país, en general, refleja
los mismos problemas de la educación tradicional, refuerza el rol pasivo de los
docentes y contribuye a sostener un sistema centralista y jerarquizante.
Hemos llegado a la segunda
década del siglo XXI y junto con ella a la necesidad de dar el salto en la
formación del docente panameño, un salto no solo cuantitativo, sino
fundamentalmente cualitativo. Un cambio que logre superar la estrategia
utilizada hasta ahora de ‘más de lo mismo, pero mejor’, para entrar en el
terreno de la reformulación estructural de las características de la formación
de docentes.
Uno de los mayores retos de la
sociedad del siglo XXI es la educación. La formación de las nuevas generaciones
hay que plantearla desde las necesidades actuales, educándolas para vivir en la
sociedad del conocimiento, en un mundo global marcado por las relaciones
internacionales y un mercado laboral que se extiende más allá de las fronteras
de los distintos países.
Este marco social, laboral y
del conocimiento, demanda sujetos cualificados y competentes para desenvolverse
en los distintos ámbitos profesionales. La institución escolar debe adaptarse a
esta realidad y ofrecer una educación de calidad.
En Panamá estamos hablando de
la transformación curricular de la educación media, pero esta no corresponde
con la construcción de una política de Estado sobre la formación inicial del
Profesorado de la Educación Media. Cualquier cambio educativo está ligado a la
formación del docente, o lo que es lo mismo, no hay transformación educativa
sin transformación en la formación del maestro y profesor. Partiendo de esta
idea, se hace evidente que si queremos cambiar la educación, si queremos adaptarla
a la sociedad actual y a las necesidades de formación del alumnado, necesitamos
cambiar la formación inicial del docente independientemente del nivel que
ejerza.
En nuestro país no se ha
podido adaptar la formación inicial del docente a las nuevas necesidades del
país y al nuevo perfil profesional del maestro y profesor del siglo XXI.
A pesar de que la Docencia,
como toda profesión, requiere una formación que prepare a los futuros
profesores y los dotes de las competencias necesarias para el desempeño de su
labor. Para culminar propongo tres líneas de acción:
- Diseñar mecanismos transparentes y efectivos de reconocimiento y estímulo académico al desempeño de los maestros y profesores.
- Establecer mecanismos para promover y facilitar la participación de los docentes en el análisis, la reflexión y la elaboración de propuestas sobre la política y el quehacer educativo.
- Evaluar el impacto del programa de Carrera Magisterial en el mejoramiento de la calidad de la enseñanza y el logro de los aprendizajes de los alumnos.